Como epitafio no es gran cosa, la verdad. Pero la alusión a la necesidad de algún motivo para levantarse nos recuerda el laberinto en el que se había convertido la vida de la gran blanca del soul contemporáneo. Amy, TT a su pesar en España y el mundo vía esquela digital, tenía dos cuentas: @amywinehouse, la oficial y gestionada por su community manager (347.678 seguidores), y @amyjademermaid, la personal. La primera no se actualiza desde hace dos semanas en coincidencia más o menos con su enésima «rehab»; la segunda es donde el viernes escribió su propio canto del cisne. Curiosamente, era lo primero que twiteaba desde febrero. Hasta ayer por la tarde, ninguna daba la noticia de su propio fallecimiento, lo que confirma la rara cualidad de internet de mantener virtualmente vidas que nadie vive. También @mitchwinehouse, la cuenta que parecía gestionar el papá de Amy («Un taxista de Londres», se define), enmudeció la víspera del suceso. « Qué lindo eres, padre. Y hermoso», le twiteaba Amy...